lunes, 8 de mayo de 2017

Derechos humanos, descontrol financiero y opacidad











El establecimiento normativo a nivel internacional de la libertad absoluta de los movimientos de capital, es consecuencia de la emergencia y asentamiento de políticas neoliberales en los gobiernos desde finales de los 70 hasta el presente. En ello han participado activamente las instituciones financieras internacionales FMI, BM y OMC y también la OCDE. Supone el cierre de un proceso de desregulación financiera que comenzó en 1971 con la abolición de la paridad dólar-oro y ha supuesto la práctica extinción del control de capitales transfronterizos que dio estabilidad a la economía y las finanzas tras el sistema de Bretton Woods.

Las bolsas de valores y mercados de capital sufren un proceso de integración mundial que inaugura el nuevo sistema de las finanzas globalizadas o globalización financiera. Mediante ella “Los grandes grupos bancarios y fondos de inversión impulsan una infraestructura tecnológico-financiera que reafirma la autonomía de las finanzas globales frente a la economía real y, en ausencia de autoridades supervisoras globales plantean retos políticos de gran alcance, que significan la independencia e influencia sobre los gobiernos democráticos, inmersos en las redes de poder de los casinos financieros"[1].

La titulación de activos financieros que comercializa la antigua banca tradicional, convertida ahora en banca financiera global, llena las bolsas de valores y los mercados privados extrabursátiles OTC de derivados y sofisticados productos financieros, desconectados de la realidad económica. Esto a pesar de que la llamada ingeniería financiera se nutre con la titulación de cualquier activo  subyacente que pasan a constituir codiciados bienes o servicios para los bancos, ávidos de liquidez, o para los fondos de inversión que especulan con ellos. Esta actividad especulativa de la banca financiera global carece absolutamente de supervisión y control, mientras los grandes bancos aumentan su negocio convirtiendo en activos financieros bienes como las hipotecas inmobiliarias, las materias primas agrícolas, la deuda soberana o el petróleo.

Los paraísos fiscales – más allá de su fundamental dimensión para la elusión, evasión, fraude fiscal y blanqueo de capitales, que es quizá la dimensión más conocida - son instrumentos destacados de los actuales mercados financieros globales e incontrolados, plataformas para operar comercial y financieramente en los mercados mundiales. Fueron ampliamente utilizados para la especulación inmobiliaria sobre los derivados de las hipotecas subprime que originó la crisis y el Crash de 2008[2]. A estas alturas la crisis económica originada por el descontrol y la fiesta de los mercados financieros se ha reconducido sistémicamente mediante la socialización de las pérdidas de los bancos y un gran aumento del paro, la pobreza y la desigualdad en el mundo, al mismo tiempo que se ha disparado de la deuda soberana de los estados, que quedan así sometidos, como en el caso de los llamados PIGS al dictado de la UE, FMI y de los bancos acreedores. En lo que llevamos de crisis, derechos humanos básicos como el de una adecuada alimentación o el de la vivienda, han sufrido una importante vulneración debido a que es la sociedad en su conjunto la que ha sufrido las consecuencias de la orgía descontrolada de los grandes capitales e instituciones financieras en los opacos mercados financieros, en especial mediante sociedades mercantiles interpuestas en los mercados offshore. Hoy continúa la sangría social mediante la trampa de la deuda soberana, que prioriza el pago a los acreedores – que además especulan con ella- sobre las medidas gubernamentales necesarias para el desarrollo social y el cumplimiento de los derechos humanos más básicos.

Fue en 1997 que en su artículo en Le Monde diplomatique “Desarmar los mercados”[3], Ignacio Ramonet pedía un boicot desde las instituciones de gobierno a los bancos y otras grandes corporaciones domiciliados en paraísos fiscales, así como mecanismos disuasorios para poner coto a la especulación internacional en unos mercados de capital totalmente libres y desregulados. Decía “La libertad total de circulación de capitales desestabiliza a la democracia, por ello es importante poner en marcha mecanismos disuasorios. Uno de ellos es la Tasa Tobin”[4]. Esto fue después de constatar cómo la llamada Crisis del Este asiático en 1997, había sumido en el descalabro económico y en la pobreza a países enteros, después de que sus monedas se vieran atacadas por los especuladores sobre divisas ante la coyuntura propicia de desestabilización económica, provocada por un déficit en las reservas bancarias para hacer frente al endeudamiento externo derivado de los préstamos a corto plazo adquiridos. Esta crisis originó un efecto dominó que acabó afectando también a países de América Latina.[5]

Un ejemplo criminal paradigmático de la vulneración de los derechos humanos, dada la falta de regulación y control de los llamados mercados, lo encontramos en la especulación en los mercados de futuros actualmente financiarizados con materias primas alimentarias, que en 2008 sufrió un avance exponencial cuando los fondos que especularon con los productos derivados de las subprime hubieron de buscar nuevos nichos financieros. Una explicación de estas operaciones en los mercados de futuros extrabursátiles (OTC) la encontramos en el documento “Navegando por los meandros de la especulación alimentaria”[6]. En 2008 materias alimenticias básicas como el trigo o el maíz duplicaron los precios de 2007 en los mercados creando una crisis alimentaria de dimensiones globales que afectó a gran número de países y provocaron huelgas y movilizaciones, en ocasiones violentas, en países como Haití, Méjico, Argentina, Egipto, Somalia o Afganistán. En 2011 se da un nuevo repunte en el precio de los alimentos y Esther Vivas dice en un artículo en La Directa “Las revueltas populares en el Norte de África y en Oriente Medio tuvieron entre sus múltiples detonantes la escalada del precio de los alimentos”[7]

Pero la codicia por el negocio rápido de las finanzas adquiere cada día nuevas dimensiones especulativas en ciudades como Barcelona. En una reciente publicación en el semanal “La Directa”[8] se denuncia la compra de edificios enteros destinados a reformar y vender o alquilar, después de echar a los vecinos y aprovechando la burbuja en los precios del alquiler en parte originada por los apartamentos turísticos o la gentrificación de determinadas zonas de la ciudad. Al menos cuatro de los fondos de inversión tienen relación con paraísos fiscales: Varia i Caso Patrimonio Iberia SL, con sede en Luxemburgo. Galla Inv –clienta d’MkPremium–, con vínculos financieros en la isla británica de Man & Lesing LWP Spain SL, con sede en Malta. 

La libertad existente en los movimientos de capital, unido a la transformación de los mercados de valores y de futuros en mercados fundamentalmente especulativos y a la enorme titulación y sofisticados productos derivados propios de la ingeniería financiera; aumentan la presencia de la banca global e inversores institucionales en las plataformas opacas de negocio de los paraísos fiscales. A ello se une la opacidad en los canales de transferencia telemática de las transacciones financieras (SWIFT) y en las cámaras de compensación interbancarias o sociedades que efectúan registro y contabilidad de dichas transacciones diariamente (Clearstream, Euroclear,…), sociedades instrumentales denunciadas por su opacidad y sus vínculos con paraísos fiscales, por el periodista de investigación Denis Robert[9] en sus publicaciones.

Los procesos de liberalización económica en los mercados de capital y de desregulación de las condiciones de los mercados financieros, a partir de los 80 del siglo pasado, han cultivado la opacidad y disparado la titulación de activos y la ingeniería financiera, suponiendo grandes beneficios para la banca y fondos de inversión en el gran casino financiero; al mismo tiempo que el dominio de una economía especulativa sobre la economía real o productiva supone grandes riesgos sistémicos y una transferencia continua de rentas del trabajo hacia un sistema rentista y depredador de la economía. En este proceso de financiarización de la economía los derechos humanos se ven continuamente cuestionados, cuando no vulnerados al mismo tiempo que se corroe la democracia.

Como dice Ignaci Ramonet[10]  “El impuesto sobre las rentas financieras es una exigencia democrática mínima. Estos beneficios deberían ser sometidos exactamente a la misma fiscalidad a la que se somete a las rentas del trabajo y esto no sucede en ningún lugar”. 

Es necesaria la conjunción de las fuerzas críticas de la sociedad y promover, desde la base, la construcción de un movimiento ciudadano de acción social internacional que presione a los gobiernos para que legislen poniendo en el centro de la acción política a las personas y no el beneficio de las grandes corporaciones e instituciones financieras, como viene siendo habitual. En este sentido hemos de saludar esperanzadamente los inminentes comienzos de un movimiento internacional por la justicia fiscal y financiera, una de cuyas patas ha tenido su última acción en la Semana de acción global por la abolición de los paraísos fiscales (1 al 7 de abril del 2017), aprobada en el Foro social mundial de Quebec 2016 y promovida por la plataforma Alianza global por la justicia fiscal (GATJ). También especialmente felicitar la iniciativa del Gobierno de Ecuador - que en enero de 2017, alcanzó en la Asamblea General de las Naciones Unidas, la presidencia pro-témpore del llamado Grupo de los 77 (G77 ) que agrupa a 134 países en vías de desarrollo – de plantear como punto crucial bajo su presidencia promover medidas normativas en la ONU para combatir los paraísos fiscales.

En general la defensa de los derechos humanos en su articulado, es inseparable de la lucha por hacer prevalecer la democracia frente al capitalismo en su fase financiera, una democracia hoy día socavada por la dictadura de los llamados “mercados” que para Vigueras[11] “no es sino un eufemismo con el que los gobernantes y medios esconden la realidad del poder incontrolado del entramado de los grandes bancos y fondos especulativos que operan en el casino financiero global”

Antonio Fuertes Esteban
Barcelona, 7 mayo de 2017



[1] Juan Hernández Vigueras. “El casino que nos gobierna” Ed. Clave intelectual 2012. (Introducción).
[2] Juan Torres López. “Porqué se cayó todo y no se ha hundido nada?” Ed. Sequitur y ATTAC. 2010.(pg 81)
[3] Ignacio Ramonet. “Desarmar los mercados” ( Le monde diplomatique en español. Diciembre 1997)
[4] Antonio Fuertes Esteban “Tasa Tobin y Res publica” 2014.
[5] Comisión económica para América latina y Caribe de Naciones Unidas ( UN CEPAL 1998) “Impacto de la crisis asiática en América latina”.
[6] Observatorio de la deuda en la globalización. “Navegando por los meandros de la especulación alimentaria” 2011.
[7] “La crisis alimentaria golpea de nuevo” Esther Vivas. La directa nº 221. 2011
[8] Gemma García y Jesús Rodriguez. “Comprar, expulsar, reformar i vendre” art de en La Directa. 19/4/2017.
[9] Denis Robert “Révélation$” 2001. La Boîte Noire 2002, ambas en castellano en Ed. Deusto.
[10] Op. cit.
[11] Op.cit.