sábado, 7 de noviembre de 2009

Refundación de la izquierda: ¿por qué? ¿Con qué valores? ¿sobre qué ejes?


Antonio Fuertes Esteban
ACORDEM-ATTAC

Hemos de preguntarnos, ante determinados movimientos en cierta izquierda en el Estado Español, si es necesario refundar la izquierda. Para el que suscribe la respuesta está clara y diáfana. Partiendo de la premisa de que la izquierda dentro del sistema de mercado siempre se ha asociado a la esperanza de un sistema más libre e igualitario, su refundación es apremiante y necesaria. Y esto es así porque la izquierda real existente cuando gobierna lo hace con valores y políticas de derecha, luego algo está fallando.

Muchos somos los que venimos avisando desde hace ya décadas, ubicados en los movimientos sociales altermundistas, de la deriva derechizadora de las políticas reales en las izquierdas gubernamentales del mundo desarrollado. Los resultados están claros:

- Las leyes existentes, promovidas o avaladas por gobiernos tanto de derecha como de izquierda real, favorecen especialmente a los grandes capitales, las grandes corporaciones, la banca y sus negocios financieros por encima de las necesidades de la economía de base social, de las necesidades y derechos fundamentales de los ciudadanos y ciudadanas del mundo y del medio ambiente.

- Los gobiernos de teórica izquierda – de los de derecha ya se sabe lo que cabe esperar- han permitido ceder su poder a organismos internacionales no democráticos como son FMI, BM, OMC, OCDE, G7, G8, G20 ..etc que son los que gobiernan las políticas mundiales por encima de los gobiernos. También han contribuido a ningunear sistemáticamente a la ONU como actor más representativo y democrático que los anteriores de gobernabilidad mundial.

- Y el resultado final es que mientras los grandes capitales móviles y grandes firmas se mueven en el nuevo sistema de derecha real globalizada como pez en el agua, los ciudadanos y ciudadanas ven cada vez más cuestionados sus derechos y son más vulnerables y el gran pozo de la pobreza y el hambre no deja de crecer.

- Los ciudadanos y ciudadanas conscientes, que cada vez quedan menos ante la desafección política promovida por activa y pasiva desde los diversos poderes gubernamentales, no saben así como realizar su deseo de ciudadanía activa y participación y muchos han venido abandonando lo público en beneficio de su parcela privada. Al mismo tiempo que, incluso el voto cada 4 años ha ido disminuyendo su porcentaje, hasta un punto en que los poderes electos se habrían de plantear si son auténticamente democráticos.

Estas han sido las secuelas políticas creadas por el actual sistema neoliberal globalizado, que solo en Latinoamérica encuentran resistencia y visos de alternativa regional con MERCOSUR y el ALBA.

Y es que los altermundistas, los que claman por otro mundo mejor y posible, son la auténtica conciencia en un mundo desigual y deshumanizado, donde los valores propios de la izquierda y los derechos humanos fundamentales son vistos por los gobiernos de turno como un lastre para la competencia en el mercado. Reconocer en la actual izquierda real los valores republicanos de libertad, igualdad y fraternidad o solidaridad, es un ejercicio baldío.

Como dice el escritor y profesor Jose Luis Sampedro, los altermundistas no podemos partir de la postura del “yo puedo y lo hago”, como los pragmáticos anglosajones. Hemos de partir de otro paradigma, que es el republicano, el de hacer verdadera política, el de los valores.

Sin embargo en nuestro país no hay una cultura política como en otros países Europeos. Hay muchos que han escrito sobre ello, sobre la falta de cultura política en España. El problema es que los referentes del gobierno de izquierda en nuestro país entraron arrasando los valores de izquierda tradicionales y fueron el modelo hegemónico de la izquierda. No han creado cultura política y fueron desentendiéndose en los años 80 de la poca que había. No han prodigado que digamos la cultura de la participación de la ciudadanía y cuando la han prodigado ha sido en base a una fachada sin contenidos.

Hubieran podido hacerlo de otra manera, pero quisieron promover el crecimiento económico sin hacer política auténticamente democrática y sin recrear valores en la sociedad, que viene a ser lo mismo, y han acabado siendo devorados por los valores de la derecha y sin perspectiva política, dando tumbos.

Por eso refundar la izquierda en el actual sistema globalizado es un ejercicio que ha de unir esfuerzos y voluntades con el fin de proclamar bien alto nuevas formas de promover y hacer políticas concretas. Estas políticas han de ser capaces de ofrecer, defender e implementar alternativas que rompan con la actual orientación sistémica neoliberal. Como en el siglo XIX es necesaria una nueva y radical ruptura epistemológica y el nuevo discurso político, enfrentado al Neoliberal, ha de tener claros los valores en donde se asienta y los ejes en los cuales pivotar.

Pero para cualquier análisis orientado al cambio político y social se hace necesario en primer lugar contextualizar y contemporanizar. La situación en la que tuvo que debatirse la izquierda hasta inicios de los 70 del siglo pasado no es la misma situación actual. Hoy la mayoría de actores políticos están de acuerdo en que más allá del capitalismo, que es el marco sistémico general en donde se han desarrollado las luchas por los derechos económicos, políticos, sociales y culturales en los dos últimos siglos y en donde había sido posible defender e implementar políticas para conseguirlos; lo que hoy está en juego es la propia existencia de la política dentro de esta nueva fase de capitalismo que muchos denominan capitalismo financiero globalizado.

Podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que en los países desarrollados hoy el actor político dominante es el dinero. Esto es necesario reconocerlo, pero también es necesario reconocer que los actores políticos de la izquierda llamada socialdemócrata han contribuido en su ejercicio de poder, junto con las fuerzas de derecha a “hacer la cama” para que el maridaje entre dinero y política fuera posible y más tarde a que en casa de la política quien mandase fuera el dinero.

En Europa la consagración de las políticas Neoliberales tendrá lugar cuando el 1 de Diciembre entre en vigor el ya consensuado Tratado de Lisboa, que supondrá un nuevo marco normativo para la UE. La aprobación y vigencia de este Tratado eleva a categoría primordial en la Carta Magna Europea los principios de “La competencia libre y no falseada” en todos los terrenos (laboral, financiero, comercial, servicios…etc) y el de la libertad de circulación de capitales en el interior de la UE y entre los países miembros y otros países. Estos principios supremos son los mismos que van a significar, he ahí la hipocresía de los gobernantes de los 27 países miembros, el que la carta de derechos fundamentales de la Unión vaya a convertirse en un “papel mojado”.

En una Europa, casa del dinero, los tiempos no están como para mucha política en el sentido que por tal se considera en una Democracia Republicana, donde el mayor bien perseguible no es sino el interés colectivo o bien común de los ciudadanos. La Carta Magna neoliberal niega la política a los políticos, en lo que se refiere a los procesos para que las autoridades europeas puedan, sin estar supeditados a un poder superior como el de la Aristocracia del dinero, gobernar y hacer posible la democracia como expresión de la voluntad ciudadana.

En este contexto va a ser difícil hacer política en Europa, pero si esta política puede ser posible no será sino mediante un cambio sistémico importante, que tenga como inicio la derogación de este nuevo tratado constitucional Europeo, o como mínimo una insumisión importante con respecto al mismo. Y esto es lo que tiene que empezar a plantearse desde ahora cualquier alternativa política de izquierda en Europa. Hay que hacer posible otra Europa posible en otro Mundo posible hay que derrocar el poder absolutista de los mercaderes.

Los actores que han hecho posible este tratado están incapacitados para ser sujetos del cambio necesario. Ahora es necesario visualizar que actores pueden ser sujetos de este cambio.

La democracia liberal viene asentando su poder teóricamente en el pueblo y ello a partir de tres instancias de intermediación de poder. Los ciudadanos ceden su poder a los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Sin embargo esta democracia formal, en la que teóricamente la suma y vigilancia entre los tres poderes significaría la base del equilibrio democrático está en crisis hace mucho tiempo. Muchos se preguntan por las formas de revitalizar la democracia y otros han manifestado que la forma de revitalizar este sistema, que se ha demostrado el mejor de los posibles, es con más ciudadanía. Claro este no ha sido el criterio de los mentores, redactores e instauradores del Tratado de Lisboa, que únicamente ha sido aprobado con la firma de los presidentes de los gobiernos sin debate y sin consulta previos.

Mientras desde instancias de poder se viene repitiendo mesiánicamente que el ejercicio pleno de la ciudadanía no es posible, somos muchos los que pensamos que detrás de estos remilgos y vetos existe un claro deseo del poder de autoreproducirse a sí mismo, de cortar los posibles mecanismos que pudieran ser germen del cambio.

Sin embargo la presión de la ciudadanía activa dentro de lo que se viene llamando altermundismo, unida a los nuevos movimientos cívicos, si bien hoy no tiene acceso a mecanismos de acceso al poder, si que es un hecho incontrovertible que está proporcionando alternativas reales a este sistema depredador de la ciudadanía, de los pueblos y del medio. Y es hacia esta ciudadanía activa antisistémica, hacia estos movimientos y organizaciones alternativos hacia donde ha de mirar cualquier intento de refundación de la izquierda política y esto es así porque hoy no hay otra fuerza social de cambio y transformadora que esta.

Estas fuerzas transformadoras que parten del convencimiento de que otra política y otro Mundo son posibles se basan en indicadores para plantear sus alternativas. Indicadores que nos dicen que este sistema no es ni social ni medioambientalmente sostenible. Esta insostenibilidad está empezando también a ser visualizada y reconocida por asalariados en paro, autónomos sin futuro, pequeños y medianos empresarios que han plegado o tienen dificultades para seguir adelante, pensionistas que ven peligrar sus pensiones, agricultores, ciudadanos y ciudadanas en general que ven como aumenta la inseguridad de su futuro y el bien común rinde tributo al beneficio privado. Otros indicadores nos hablan de la vulneración de derechos humanos, del incumplimiento flagrante de los Objetivos del Milenio del aumento del hambre en el Mundo. Del calentamiento global y el aumento de los desastres naturales. Y todo ello nos deja constancia de un Mundo tremendamente desigual en donde la esencia de la democracia se hace impracticable.

Son muchos ciudadanos y ciudadanas en el Mundo que necesitan que otras formas de hacer política hagan la democracia posible domeñando el poder aristocrático de la plutocracia del dinero.

Y ahí vamos, es necesario regenerar esta democracia, comenzando con la democracia existente en nuestro país. Pero siempre teniendo en cuenta de que el enfoque político hoy ha de cambiar de lo local a lo global. Cualquier organización política de carácter local ha de aspirar y tener en su estrategia la necesidad de crear/formar parte de organismos de gobernación internacionales y globales de carácter democrático y colaborar e integrarse en ellos. La refundación de una Europa y de unas NNUU auténticamente democráticas son hitos importantes necesarios en una estrategia política de izquierda.

Otro aspecto absolutamente fundamental es el de que la izquierda se legitima mediante los mecanismos reales de participación ciudadana, que hagan posibles otras formas de hacer política. Es la única forma posible de acabar con la actual forma de “no hacer” política que marcan las actuales oligarquías en los partidos políticos, los cuales delegan en tecnócratas sistémicos las decisiones fundamentales. Políticos y tecnócratas han tenido el cinismo de pretender con su discurso hacer creer por ejemplo que la ciencia económica es objetiva y está fuera de discusión ideológica. Este ha sido el origen de las recetas que han precipitado la actual crisis sistémica.

La interdependencia mutua entre democracia parlamentaria y participación ciudadana ha de constituir un camino para redimensionar y profundizar la democracia, junto a otros aspectos más sistémicos. En este sentido cualquier movimiento político que trate de re-fundar una nueva izquierda habrá de tener en cuenta que en Europa para que dicho intento sea auténticamente de izquierda habrá de tener vocación no localista sino internacionalista, habrá de generar una base social importante dentro de los nuevos movimientos cívicos y sociales y del altermundismo e interrelacionar y debatir con ellos y habrá de renunciar a cualquier intento de reproducir elites que en un futuro puedan constituir nuevas oligarquías políticas.

Para hacer política contemplemos y miremos al Mundo, al ámplio Mundo, será la mejor forma de servir a nuestros iguales y de hacer posible la democracia.

Solo el clamor ciudadano podrá romper el nuevo muro sistémico que el poder del dinero ha levantado.

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